UN VISTAZO A “LA MIRADA COMPARTIDA” DE ADOCPR

“Ver, Mirar, Recordar.” Así se titula el prólogo que aportó Héctor Estades para la agudamente visual obra las Memorias de Leahy, editada por el especialista en asuntos político-militares caribeños y latinoamericanos, Jorge Rodríguez Beruff. Las líneas del primero -apuntaladas en la significación de la imagen- discurren brevemente por la gestación/relación/expresión entre la memoria individual y colectiva con el fin de mostrarles en su condición de amoldadoras de la experiencia histórica. Hago hincapié en ese señalamiento porque tanto la suma de las tres palabras iniciales como las intenciones textuales de Estades proveen ángulos pertinentes (readaptables o reciclables) desde donde también se pueden identificar los eslabones que enlazan la practicidad en la serie de documentales que componen La Mirada Compartida (2018). Un proyecto colectivo elaborado por la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico en miras a hacer lo que se puede con lo que se tiene ante la red de severas medidas represivas que han ido intensificándose recientemente contra la población insular. Más bien una especie de respuesta a la plétora de agentes y acontecimientos determinantes de la puesta en escena socio-política, legal y económica interna.

Forman parte de ésta primera entrega los documentales Guasábara (Lorraine Jones y Cristian Carretero), Histéricas (Arleen Cruz-Alicea)Se buscan antecedentes (Kique Cubero García)Puestxs pa’l problema (Cristian Ortiz)Una hora de silencio (José Luis Baerga) y La Causa (Pedro Ángel Rivera). Mediante la misma ADOCPR parece buscar poner la bola a rodar sobre algunos puntos clave derivados de tal tipo de trabajos como lo son el activismo, el empoderamiento civil, la instigación al cambio y el recurso etnográfico. Por tanto, no es extraño que la mayoría de los cortos vengan cargando una tónica retante hacia las corrientes hegemónicas actuales. Compartiendo el horizonte canalizado se atina la desazón encarnada en manifestación de una nebulosa deuda billonaria manejada por un ente propio del colonialismo clásico, los tejemenejes de resistencia del sector universitario, la exaltación femenina frente al violento legado del patriarcado, las peculiaridades de quienes atraviesan la válvula de escape conocida como el éxodo masivo, el forcejeo por mediar las ramificaciones ambientales y de salud ante los depósitos de cenizas de una carbonera en Guayama y los intentos privatizadores destinados a fines desarrollistas lujosos en Aguadilla. Cuentos de arroz con bicicleta evidenciando lo que se cae de la mata: son muchos los hijos del muerto.

Desde la elucidación historicista, la organización de interpretaciones alternas a las unidades oficiales informativas claramente pueden convertirse en aportaciones valiosas para contraponerse y proveer otro peso contextual ante los referentes de masa. ADOCPR consigue validar tal premisa con La Mirada Compartida. Sus películas demandan atención meramente por anhelar a una idea de sensibilización receptiva. En esa vena, despuntan (de hecho, por la misma cualidad de sutileza representativa) Se buscan antecedentes de Kique Cubero y Una hora de silencio de José Luis Baerga. Mas todas escriben la historia con los designios de sus reclamos. Y cuando se homogeniza la lectura de símbolos, valores y sentidos, reformular con otros dispositivos lo paradójico y ambiguo de toda realidad social resulta inevitable. Al final, si acaso ellos también nos harán ver, mirar para poder recordar.


mirada compartida

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: