Recientemente tuve la oportunidad de ver Retornar a la Habana con Guillén Landrián (2013), documental dirigido por Raydel Araoz y Julio Ramos. Me pareció un trabajo muy interesante porque permite una exploración audiovisual sobre un importantísimo, y lamentablemente poco reconocido, cineasta cubano sin perderse en una convencionalidad meramente biográfica. Luego de culminar mi reseña al respecto (que pueden leer aquí), nos comunicamos con sus co-directores.
-Nota: A un año de realizar esta entrevista, Retornar a la Habana fue escogida por la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico para formar parte de la 4ta muestra de cine documental Latinoamoérica en Nosotros y será proyectada el miércoles 2 de septiembre de 2015 a las 8:00PM en Cinema Bar.
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docuCaribe: Julio, ¿cómo hilvanas tus estudios de tipo más académico sobre Guillén Landrián como figura histórica con la representación que desarrollas de él como personaje en el contexto cinemático-particular de «Retornar a la Habana con Guillén Landrián»?
Julio: La idea inicial de «Retornar a La Habana con Guillén Landrián» surge de un estudio que hice sobre la obra cinematográfica de este documentalista experimental cubano. Creo que el audiovisual tiene un gran potencial ensayístico. La investigación sobre Guillén Landrián pedía una forma distinta de “escritura” y de “documental” fuera del marco convencional académico. Por otro lado, las conversaciones con Gretel Alfonso sobre su vida con Guillén Landrián en La Habana y en Miami mostraban mucha fuerza narrativa. Gretel también se refería a materiales inéditos, tomas de video, fotos, pinturas, dibujos, apuntes autobiográficos, poesía, fuentes algo dispersas y fragmentarias, que me parecían ideales para un montaje audiovisual.
docuCaribe: Raydel, ¿cuál es la concepción que se tiene, o se ha tenido, de Guillén Landrián entre los cubanos ‘regulares’ vs los cubanos con estudios cinematográficos? ¿Recuerdas como aprendiste de su figura y de su obra?
Raydel: Para el gran público cubano Guillén Landrián es aún un desconocido. Landrián es un cineasta de culto, por eso tiene su mayor público entres los cineastas y los exploradores del cine, aquellos que buscan más sus propios senderos dentro del universo del cine.
El primer contacto con su obra fue deslumbrante, ya sabía de su documental «Coffea Arábiga» –por el crítico y amigo Walfrido Piñera– pero cuando lo vi, y fue lo primero que vi de él, me deslumbró el montaje, su discurso analógico –más cercano a la poesía que a la narrativa–, su circularidad, la banda sonora. Entonces no era consiente de nada de esto que hoy enumero y me tomaría años tomar conciencia de ello, pero todo ese deslumbramiento levantó en mi un sentimiento de ahogo, una avidez por ver más, por pensar cómo, a través de las imágenes y el sonido, se puede crear una emoción así.
docuCaribe: ¿Ambos creen, o no creen, que es necesario conocer el cine de Guillén Landrián para mejor comprender «Retornar a la Habana»?
Julio: No creo que sea necesario un conocimiento previo de la obra fílmica de Guillén Landrián para apreciar la intensidad del relato que Gretel Alfonso cuenta en “Retornar a La Habana”. El relato de Gretel es una excelente introducción a la obra de Guillén Landrián, incluso a su pintura y a su poesía, que hasta ahora casi no se conocen, pero su testimonio también tiene una fuerza narrativa propia.
Raydel: El documental gira en torno al drama de la vida de Guillén, que fue un cineasta, un pintor, un poeta que no encajo en ninguna sociedad: lo que suele llamarse un artista maldito. Pero también el documental explora, y este sería su otro vértice, la relación de Guillén y su viuda Gretel Alfonso. Este recorrido, que es una historia de vida, es asequible a todo el mundo.
Ahora, si conoces el cine de Nicolás Guillén Landrián, seguramente puedes comprender con más profundidad el documental y, sin duda, la relación del espectador con el documental va ser diferente de aquel que se desconoce la obra de Guillén. No obstante, como mi sueño es ganar público para la obra de Nicolás, quiero creer que a aquellos que vean el documental y no conozcan la obra de Guillén, se les despierte la curiosidad por conocerla.
docuCaribe: ¿Siempre hubo la intención de que Gretel Alfonso sería la única voz que escuchemos en el documental? ¿Entrevistaron a otras personas para el proyecto?
Raydel: Este proyecto nació con la idea de Julio de tomar el testimonio de Gretel como núcleo central del relato. Tanto a Julio como a mí nos interesaba llegar al Guillén íntimo y, desde este plano cercano, indagar sobre su obra y su vida. Esta mirada íntima no estaba en los otros documentales que se han acercado al tema.
Sí entrevistamos a otras personas como parte de la investigación. Algunas de estas entrevistas fueron solo verbales: Julio, por ejemplo, grabó una entrevista con Livio Delgado, fotógrafo de Guillén en varias de sus películas. Yo hablé con amigos de Guillén, como Eliseo Artunaga, y otras personas que lo conocieron del ICAIC, con el fin de ir armando un panorama de la época y de la vida de Guillén en ese entorno. Esto era una de nuestras preguntas a responder en el documental: ¿Qué pasó con Nicolás Guillén Lándrian una vez que fue expulsado del ICAIC? Pero nuestro centro siempre fue mantener la voz de Gretel, que es un testigo de primera mano de la vida de Guillén en el exilio que, al menos para el público de la isla, es un arcano.
Julio: Desde las primeras conversaciones que tuve con Gretel Alfonso en el 2010, me había impresionado la historia tan compleja de su vida con Guillén Landrián en Miami y su regreso a La Habana después de la muerte del cineasta en el 2003. Es la historia de un amor muy difícil, sostenido por el compromiso con la creación artística a cualquier costo, incluso bajo circunstancias extremas. Al principio entrevisté a otras personas que lo conocieron o trabajaron con él en La Habana y luego en Miami. Algunas de estas entrevistas se publicaron en el dossier especial que preparé con Dylon Robbins para una revista chilena, La Fuga (2013). Pero poco a poco creo que lo que más nos atrapó a Raydel y a mí fue la historia de Gretel, su modo de contar la experiencia de todos aquellos años de vida en el exilio y su regreso a La Habana.
docuCaribe: ¿A qué se debe la inclusión del rotoscope y las animaciones?
Julio: El trabajo del rotoscope y de la animación fue iniciativa de Raydel, muy a tono con su estilo de trabajo. Raydel ha trabajado con elementos de animación en casi todas sus películas. Yo conocía bien esa dimensión de su obra. Le había hecho una extensa entrevista a Raydel titulada “Historias animadas del cine cubano” y había escrito un breve ensayo sobre una de sus películas, “La escritura y el desastre”, donde también usa la animación. Discutimos los diseños de la animación en detalle, el efecto distanciador que podía tener entre los materiales de archivo (de prensa, por ejemplo) y como modo de potenciar algunos aspectos del testimonio de Gretel. (Fíjate cómo el tema de la espiritualidad de Gretel aparece sugerido por el rotoscope.) Pero a Raydel le debemos las decisiones finales en ese aspecto de la dirección del arte.
Raydel: La rotoscopia nos permitió convertir a Gretel en un elemento gráfico que interactuara no solo con la gráfica del documental, sino con los periódicos y la papelería de Guillén. Yo además encuentro en esa rotoscopia una metáfora de Gretel atravesando el mundo con la papelería de Guillén, que es como un naufragio, lo que le quedó de la vida de Guillén luego de su muerte. La animación –aquella que no está hecha con la técnica de la rotoscopia– nos permite trasmitir emociones, estados de ánimos. Yo diría que es como modelar una sensación y exponerla, porque en ese intento lírico, metafórico, podemos dar una interpretación del testimonio de Gretel. Que es un testimonio lleno de recuerdos, de imágenes, de dibujos.
docuCaribe: Aunque fue una co-dirección, según los créditos Julio se encargó de la investigación y entrevista, mientras que Raydel de la fotografía y edición. ¿Cómo se dividieron la construcción del contenido textual vis a vis la estructura estética?
Raydel: Las cosas no son tan separadas: aunque yo hice la fotografía y edité, la forma visual y la estructura del relato fue discutido, conveniado y finalmente consensuado como es cualquier trabajo dirigido por dos personas. Siempre hay mucho en que ponerse de acuerdo, y la visión de cada uno se imprime en el trabajo. De la misma manera, aunque Julio tenía la idea del documental cuando vino a verme y era quien conocía a Gretel, yo era un estudioso de la obra de Guillén y también mi saber entró a formar parte de lo que trata de responder el documental.
Julio: El trabajo colaborativo produce siempre conversaciones y giros inesperados que retan la división del trabajo, aunque está claro que Raydel traía una experiencia, una destreza con la tecnología digital y una educación fílmica a las que yo no aspiro. La dirección inicial estuvo a mi cargo por necesidad. Ya conocía a Gretel, tenía la idea de las locaciones de las entrevistas y del rodaje inicial, el marco narrativo de esa pequeña historia de la inscripción y colocación de la lápida en el cementerio Colón de La Habana. Y también conocía a Raydel, sus películas, sus narraciones literarias, su pasión por Guillén Landrián, y sabía desde el principio que podría incorporarse y encaminar el proyecto en nuevas direcciones.
En un ensayo como éste, el papel de la edición es clave por la abundancia del material de archivo, algo fragmentario, con que se elabora el montaje. Raydel es un realizador de gran creatividad. Su trabajo con la cámara en mano, y luego con la animación, le dieron giros al proyecto que ninguno de los dos habíamos imaginado al principio del trabajo. Luego conversamos mucho con Denis Peralta, quien compuso la música para el documental a partir de nuestras sugerencias y de su propia interpretación de la disonancia en los pistas sonoras de Guillén Ladrián y de la obra musical en compositores cubanos como Amadeo Roldán y Leo Brouwer.
docuCaribe: ¿Cómo ven «Retornar a la Habana» en el contexto de sus respectivas trayectorias cinematográficas?
Julio: No me considero un cineasta. Soy docente e investigador cultural. Pero un proyecto como éste confirma el potencial de la investigación cultural fuera del medio universitario, y acaso también su relevancia para cierto tipo de cine reflexivo, de intensidad crítica. Ahora que lo pienso, todos los trabajos de vídeo en que he colaborado (todos medio precarios) han sido un resultado directo de mis trabajos de investigación; “La Promesa” (1995) y “Mar Arriba” (2011). Es el caso también de un montaje de archivo sobre Diego Rivera en Detroit que comencé en el 2009 y que espero terminar en un año o dos. Otros estudios más recientes sobre José Rodríguez Soltero, cineasta boricua del underground niuyorquno, también se encaminan en esa dirección, aunque ahora mi colaboración se reduce a la investigación y a formulación inicial de un proyecto.
Raydel: Para mi creo que es un momento de madurez, donde se asienta la exploración formal de estos años. Además abre una trilogía de documentales biográficos que exploran la vida y obra autores que han influido en mí. Y a través del estudio de estos autores pretendo hacer una revisión –y problematización– de la cultura cubana. El segundo de estos documentales acabo de terminarlo, trata sobre la vida obra de Samuel Feijóo y se llama «La isla y los signos». Si «Retornar a La Habana» es también un recorrido por un área silenciada del cine de la revolución y por las tensiones de la sociedad cubana, «La isla y los signos» explora la cultura popular del centro del país y algunas problemáticas del campesinado. Espero completar mi trilogía con un documental acerca de Virgilio Piñera, para andar por el espacio teatral cubano.

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