Entrevista a Eyerí Cruz Otero (¡Y estreno cibernético de su nuevo documental!)

Eyerí Cruz Otero es un actor, dramaturgo, guionista, director y ex-presidente de la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico. Desde que tuve la oportunidad de ver su primera película, El viento que rompe los muros (2011), noté que era un documental particularmente interesante en su construcción estética y en la manera que se explora la narrativa del sujeto principal.

Me comuniqué con él para hacerle una entrevista y para saber del estatus de su nuevo documental, Viento que fluye (2014). A base de esta conversación, la cual reproducimos abajo, Eyerí le dio copia de ambos trabajos a docuCaribe para que puedan ser compartidos bajo nuestro web. Pueden verlos aquí: El viento que rompe los muros y Viento que fluye.


docuCaribe: Hablando un poco del contexto de las proyecciones de “El viento que rompe los muros” en Cuba, que es el lugar donde se filmó la película, ¿cómo han sido esas proyecciones y las controversias que han surgido?

Eyerí: En Cuba y en Puerto Rico ha sido diferentemente conflictiva. Al principio, en Cuba fue súper chévere porque como la escuela de cine tiene una cierta libertad yo lo presenté tal cual.

docuCaribe: ¿Tú lo presentaste en la escuela mientras eras estudiante?

Eyerí: Al final de mi tercer año como era un proyecto independiente yo hice una exhibición especial y pedí el espacio. Pero, te digo, en esa proyección de momento se fue la luz a la mitad y la película se quedó así como que ¡plop! Y tuvimos que esperar un ratito para volver. Fue como que ¡Qué casualidad! *(se ríe)* Pero a su vez funcionaba porque era como la realidad insertándose con el vídeo, que ahí es donde se vuelve tan inmediato como el teatro. El cine no tan sólo es la realización, ni la película, sino que es la exhibición también porque si no hay exhibición no hay cine. Entonces no sería nada, no sería el arte que es. Por lo tanto, en esa inmediatez de la proyección es donde se encuentra lo que tiene el teatro y tiene el performance que es la inmediatez del momento que afecta a lo que se ve, a lo que se proyecta o lo que no se proyecta; o lo que se dice, o lo que se deja de decir. En el cine es lo mismo, siendo la proyección un elemento fundamental.

Luego este muchacho cubano, que viene a Puerto Rico porque está estudiando en la maestría de gestión cultural en la UPR, me pregunta: “¿Tú eres el puertorriqueño que hizo ese documental?” Y me entero que en la Habana se regó la voz de lo que yo había hecho. Después de la proyección en la escuela de cine los directores de cátedra me dijeron que querían que mi película participara de una selección de películas dirigidas por los estudiantes de guiones como yo. Pero estaba el asunto de Raúl y es que hay una parte donde hablo del presidente directamente y me pidieron que quitara eso.

docuCaribe: ¿Qué era lo que tú decías del presidente de Cuba?

Eyerí: Yo digo en una parte “donde se rumora que su presidente Raúl Castro es homosexual pero lo oculta” y entonces lo cambié por “ciertas personas del gobierno son homosexuales pero lo ocultan”. Le quité el sentido personal pero sigo hablando del poder, de la gente que está en el gobierno, lo cual me parece también chévere. Y, entonces, eso fue lo que se exhibió. Después, en diciembre, yo voy al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano con el original y la sometí. La película no fue seleccionada. Pero después me entero que se regó la voz en la Habana sobre el contenido de la película, o sea que se compartió clandestinamente.

docuCaribe: ¿Y Yuniesky, el cubano que sale en la película, ha podido verla?

Eyerí: Sí, él la vio.

docuCaribe: ¿Y cuál fue su reacción?

Eyerí: La reacción de él en un momento dado fue de admiración y plena confianza, incluso de lo que no se cuestiona; de pacto. Pero al pasar el tiempo él se enteró que hubo un documental, que era bien polémico, hecho por Cláudia Alves en Cuba. La mujer que sale hablando ahí, cuando lo vio, se escandalizó porque dijo salía en cámara diciendo tantas cosas. Entonces Cláudia editó otra versión exclusiva para ella, para que el personaje tuviera una copia de la película como ella hubiese querido que fuera; o sea, más segura en relación a su vida, que no se arriesga. Pero eso fue sólo para ella, porque la versión que se exhibió es la que sale ella expresándose sobre el gobierno. Cuando Yuniesky se enteró que pasó esto me pidió que hiciera una versión light, donde se quite que él es gay, para él podérselo presentar a su familia. Pero eso fue Cláudia que tomó esa decisión, que para mí es genial. Sin embargo, yo como realizador no lo haría porque eso trastocaría el documental.

docuCaribe: Le quitaría el sentido a la película.

Eyerí: Claro, tú no le quitas la pata a algo que necesita una pata.

docuCaribe: Sí y esa es gran parte de la razón por la que él entra como personaje.

Eyerí: Pues, tuve que decirle que no y hubo esa disputa entre el personaje, que es una persona real porque es un documental, y el realizador.

docuCaribe: Aparte de su difusión en Cuba, y todo que lo esto ha significado, ¿has mostrado “El viento que rompe los muros” en Puerto Rico?

Eyerí: Sí, se presentó en la primera muestra de cine-documental, Latinoamérica en Nosotros. Hay una copia que la tiene la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico (AdocPR) y yo quiero que eso suba al Internet de alguna manera, que sea una película que viaje por sí misma.

Una vez se llevaron un montón de escritos que yo tenía, originales porque yo escribía a mano. Yo vivía en La Perla y pasó un tiempo que me fui porque no tenía dinero. Después tardé mucho en regresar con el dinero y ellos se llevaron todo lo que había en la casa. Es hermoso como ese trabajo siguió. Yo lo respeto a tal punto que yo sé que cosas buenas van a pasar con él. Porque, incluso si cualquier otra persona que no sea yo le interesara escribir lo que yo escribo, me sentiría tan contento de que alguien decidiera presentar una película así o presentar una obra así. En ese sentido yo amo lo que yo hago y no pretendo que sea mío. Estoy consciente que muchísima otra gente, genios en el mundo, han tocado y trastocado todo lo que yo puedo trastocar también. Es decir, todos somos dioses, todos podemos ser lo que queramos ser. No existe nada superior a otra cosa, sino que todos formamos parte de esa energía suprema.

docuCaribe: ¿Crees que esa filosofía tuya de que todos formamos parte de una energía suprema y que todos somos parte del otro…

Eyerí: Y a la inversa y lo contrario.

docuCaribe: Exacto, «a la inversa y lo contrario». ¿Eso informa tu acercamiento al documental que hasta ahora ha sido de tipo autobiográfico? Los documentales que tú has hecho se basan a partir de tu experiencia particular, tú no sigues la estética convencional de la entrevista o de hacerlo de unos temas de los cuales tú no eres partícipe. En tus dos películas, “El viento que rompe los muros” y el próximo que estrenará “Viento que fluye”, tú eres el sujeto principal, ¿no?

Eyerí: Sí. En el caso de “Viento que fluye” lo soy porque soy quien prende la cámara. No soy necesariamente el sujeto observado, sino que soy el sujeto que observa. En la medida que observo, me demuestro, estoy desnudando que decido ser parte.

docuCaribe: ¿Sientes que en “El viento que rompe los muros” sí eres el sujeto observado?

Eyerí: Totalmente.

docuCaribe: “El viento que rompe los muros» tiene una estructura narrativa muy clara a la vez que tiene un aire de espontaneidad. ¿Cuándo comenzaste a grabar sabías que del material surgiría un producto final?

Eyerí: Sí. Terminé mi primer año e hicimos el “tres minutos” que es un proyecto colectivo en la medida que somos un grupo de 7 directores que cada uno va a dirigir una película y va a hacer el sonido al otro, etc. Así, en cadena, en cada una de las 7 películas uno va a hacer una función diferente. Ese es el final de la polivalencia, que es un proyecto extraordinario porque no tan sólo estás creando sino que estás en sintonía con lo que te rodea y con lo que va a ser tu materia. O sea, que a fin de cuentas tú eres jefe y trabajador al mismo tiempo. Esa experiencia es linda.

Pues, cuando terminamos mucha gente quedó contenta con el trabajo de mi grupo. La productora de nosotros, que en el 2do año comenzaba la especialización en producción (porque el primer año es la polivalencia donde todo el mundo hace de todo) mientras yo comenzaba la mía de guión, me dijo que sería mi productora en el proyecto «extracurricular». Esto sería un proyecto aparte donde yo no dirigía, sino que haría el guión. Tratamos de hacerlo en la escuela porque pensamos que tendríamos las puertas abiertas, nuestro trabajo anterior había sido bien valorizado, pero la escuela dijo que no. Eso quiere decir que no nos prestaron equipo, ni nos dieron tiempo específico para hacerlo. O sea, que lo realizamos de manera «extracurricular». Pero ya de entrada sabíamos que íbamos a hacer un documental.

Originalmente, con “El viento que rompe los muros” el plan era seguir la crisis de dos directores, sus procesos de creación. Eran Nami y Leo, que son los dos directores que logro grabar su producción, y yo lo muestro de manera bien poética, bien rota. Quizás la gente cuando vea mi película nunca va a saber lo que ellos estaban grabando porque todo lo que yo grabo lo rompo y lo muestro con otro sentido.

Eso iba a hacer la narrativa, yo seguir a esos dos directores. Pero, para yo poder seguirlos, implicaba quedarme durante su grabación y los guionistas solamente íbamos a estar en la investigación. Luego cuando se estaba listo para rodar, comenzaban a llegar los fotógrafos y los editores que se metían en el proyecto y los guionistas nos tendríamos que ir.

Pero, para yo poder hacer mi proyecto específico de trabajar con los directores, porque realmente lo que me interesaba era la crisis, necesitaba quedarme en el rodaje. Entonces la escuela no me dio permiso. En ese tiempo me hago novio de Yuniesky y ahí me quedo. O sea, que de alguna manera el conflicto añadido, que fue la supuesta amenaza de que me iban a expulsar de la escuela, es lo que desencadena que se mi documental se vuelva un autorretrato. Pero eso es a partir de la experiencia que ya habíamos comenzado a grabar.

docuCaribe: Entonces ocurre ese proceso de transformación y ya se vuelve un autorretrato con una narración muy particular. ¿Cuándo decidiste que no se iba a usar el sonido de tu voz en esa narración, sino que ibas a utilizar la estética del texto sobre la imagen? ¿Sabías que lo harías así durante la grabación o fue una decisión durante el montaje?

Eyerí: Fue en el montaje. Primero iba a ser bien observacional. En “Viento que fluye” sí fui fiel a eso, que era algo más de cuando yo sentía prender la cámara; si no lo sentía, no la prendía. Por eso es que la edición es puramente observacional y hay una no-estructura, o sea no hay un arco dramático. Yo digo que es un documental puro y duro porque, supongo que mucha gente se parará de las sillas y se irá. “Viento que fluye” sí que es observacional.

En “El viento que rompe los muros” tenía el mismo impulso de grabar cuando yo sentía pero sí grabé otras cosas. Yo empecé con una edición bastante observacional, bastante experimental, cogiendo el primer fragmento de cada vez que prendí la cámara, y cuando se lo muestro al que iba a ser mi sonidista él me dice: “Eyerí tú tienes aquí varias historias.” Y él me da la idea de trabajar esas narrativas.

Entonces vuelvo a la edición y lo primero que hago es crear una estructura dramática. Luego que tengo eso con cada uno de los conflictos, voy intercalando los diferentes puntos de cada estructura dramática para que vayan creando un puente; una cosa se va sumando a la otra y provoca el todo. Yo pensaba que lo ataría con una voz en off, la narración, pero como todavía no habíamos entrado en la posproducción del sonido y yo estaba editando en mi computadora y para mí era importante tener esa narración, comencé a ponerlo provisionalmente con inter-títulos. Lola Mayo, cuando vio el trabajo, me dice que le pareció tan rico todos esos textos sin voz y ella me da la idea para dejarlo así.

docuCaribe: Mencionaste un poco de tu próximo proyecto, “Viento que fluye” que nos dijiste tiene una forma muy distinta a “El viento que rompe los muros”. ¿El hecho de que sus títulos se asemejen tanto significa que ambas se complementan de alguna manera?

Eyerí: Sí, “Viento que fluye” es una contestación a “El viento que rompe los muros”. Es como una 2nda parte necesaria, porque ese cuestionamiento que se da al final de la primera es un cuestionamiento genuino que tiene que ver con su propia estructura; que, a fin de cuentas, compagina con una estructura clásica. Xenia Rivery, la coordinara de la cátedra de la EICTV, me dice que es una súper-estructura, una estructura que aparenta ser perfecta en términos de que todo “encuadra” dentro de la lógica racional. Yo necesitaba romper con eso y simplemente observar, olvidarnos un poco de lo racional. “Viento que fluye” es fluir, es relajarme. Entonces ahí fue algo mucho más espiritual.

“Viento que fluye” es los momentos que yo decido prender esa cámara, o apagarla, durante mi regreso a Puerto Rico. Fue algo bastante emocional.

docuCaribe: ¿Sientes que abordaste de alguna manera diferente el arte de capturar y observar la realidad, en Puerto Rico (tu país de origen) vs en Cuba (donde estabas como estudiante)?

Eyerí: Yo lo veo como que ha seguido evolucionando. La medida en que yo regresé de Cuba y es como siguiera allá porque es un taller que ya se abrió. Lo mismo me ocurrió con Mala Yerba en Ecuador, donde yo estudié talleres de teatro. Es un laboratorio que se abrió y continúa, algo que ha seguido creciendo.

docuCaribe: “Viento que fluye” surge de manera espontánea, como dices prendías y apagabas la cámara cuando lo sentías. ¿Tenías en mente, cada vez que grababas a otro, la manera en que lo representarías en el montaje? Y no me refiero tanto al ejemplo de Yuniesky, que era un personaje principal, sino más de las personas que capturabas por ahí.

Eyerí: Podríamos decir que yo me entrego, por lo que trato conscientemente de no tener prejuicios para juzgar. Si yo estoy juzgando, ya eso crea un choque entre el bien y el mal al cual no me conviene entrar. Para mí el material siempre trasciende esa dinámica entre el bien y el mal, por eso es que yo grabo. Por eso no tengo problemas con que me den o no me den permiso, yo grabo y exhibo en la medida que se pueda. Trato de que esa película sea algo orgánico, algo honesto como la existencia misma; es una cámara que se prende.

A nivel de juicio, te puedo decir eso. Pero también está al nivel del placer. Quizás es porque llegué al documental mucho después de que fui a Mala Yerba. De hecho, estando por allá en Ecuador me compré una cámara y me la robaron. Pensé que tal vez ese no era el momento, que quizás la cámara me llegó antes. Pero fue chévere porque después me llegaron otras cosas extraordinarias del teatro y el cine como tal llegó después cuando fui a la EICTV. O sea, que ya está metido en mí, es algo que me da fuerza, como si yo sintiera que mi pecho se elevara y yo fuera todopoderoso; en el término más amplio y positivo, sin hacerle daño a nadie.

Todo es amor. Es una sintonía muy segura, muy pacífica, muy amorosa y a su vez muy poderosa. Esa sintonía es tan poderosa que yo sé que está en la sintonía del bien y le va a caer bien a todo el mundo. Como es tan positiva, sé que lo que surja de la grabación va a ser bueno para todos. Ahí es donde la cámara graba. En mi caso particular es como más honesto veo mi forma de acercarme al cine, porque si yo pido permiso la gente va a empezar a ser como ellos quieren que se les observe y no, necesariamente, va a ser genuino. Por eso prendo, para captar lo que está ocurriendo. Eso no quiere decir que mi modo sea mejor o peor que el de otro cineasta pero ese el momento donde me encuentro, es la sintonía que estoy como grabador y como documentalista.

Eyerí y Eyerí
Eyerí y Eyerí

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